Hola chicos. He tardado un poquito en acceder a nuestro espacio, pero ya estoy aquí.
Me encanta la fuente que viene seleccionada de antemano para el texto, ¿a ti también, verdad Son?, ¿es "Georgia"? Una complicidad perfecta ya desde el principio...
Tenía ya muchas ganas de entrar, pero como en Murcia no tengo red, pues andamos más limitadillas. A lo largo de estas semanas en las que este fantástico ya había sido parido, he pensado mucho sobre qué escribir, ¿qué publicar? Ahora, frente al ordenador, paso. Es decir, paso de buscar, sólo quiero contaros, contarme a mí de alguna manera, que estoy triste. Sí, esta noche estoy muy triste.
A veces me gusta estar triste. Me suele pasar, que cuando así me siento, me pierdo, me pierdo en mí, y dudo, y me planteo, y no me encuentro, ni me defino ¡¿Y qué más da, verdad?!, ¡¿qué narices importa si no me encuentro en este momento?! "Supongo que es la estupidez de mi naturaleza" acabo diciéndome. En el fondo, es mucho mejor así.
Es siempre lo mismo. Es decir, me doy cuenta de que la tristeza se viste con los mismos guantes de seda para ajedrezar mi partida. La juega delicadamente, suave. A penas hace ruidos en sus movimientos de noche, pero yo la escucho. Se mueve pausadamente, y no acepta la derrota. A cada instante cavila un movimiento joven que la hará nueva, pero el jugador de enfrente me planteará otro anochecer. La penumbra me escandila otra vez. ¿Qué es? El tablero gris. Vuelvo a mover; peón, alfil, caballo, torre, rey y "JAQUE".
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