Estaba leyendo un ensayo de Fernando Valls sobre el microrrelato ("Soplando vidrio"), cuando me detuvo una efervescente idea en la cabeza. Me encanta el ensayo, pero me cuesta mucho leerlo, porque me bastan dos o tres buenas páginas de pensamiento para ponerme nervioso, empezar a sentir que me asaltan mil ideas a la vez y no poder estarme quieto de pura excitación, como si en mi tejido neuronal hubiera estallado la guerra civil. Nunca consigo acabarlos, porque es como si tuviera que comer sobres de "peta-zeta" por kilos; puedo pasarme años dándole vueltas a una misma idea o a un mismo fragmento, a una paradoja o a una pregunta sin respuesta. Sólo leyendo los preambulos puramente informativos (y justificativos de subvenciones recibidas) de los másteres de lingüística de la UNED me quedé desvelado hasta las cinco de la madrugada. Pero no pretendía hablar de (otra de) mis patologías mentales, sino transmitir una idea que me asaltó al hilo de la lectura de este ensayo.
Valls (de Viena) defiende que el microrrelato no es una modalidad del género cuento, sino un género en sí mismo. Esta idea no os es desconocida. Yo siempre me he resisitido a aceptarla, creo que el microrrelato es una ínsula del genero narrativo breve. Pensé en los argumentos expuestos e intenté una reducción al absurdo que me llevó en una dirección opuesta a la esperada. Lo que diferencia al microrrelato del relato es su extrema brevedad, ergo, si esto es un elemento sustancial, ¿podríamos hablar de micropoema, microensayo y microteatro como géneros autónomos?
Luego pensé que la única razón por la que no podríamos hablar de ello es porque no se ha intentado aún, no porque sea necesariamente imposible, sino circunstancialmente, es decir, podría producirse, pero aún no se ha producido. Estas hipotéticas creaciones resituarían muchos géneros menores heredados tradicionalmente, como sucede con el microrrelato, lo cual, sería fascinante. ¡Toda una gama literaria basada en el tamaño! Como las réplicas de los coleccionables de cada otoño. Podría constituirse en eje categorial, como el verso y la prosa o la representación y la declamación aristotélica.
Propongo que podríamos empezar con el microensayo, una argumentación hiperbreve y con voluntad de estilo y agudeza intelectual.
Lanzo el guante, colegas, quien quiera que lo recoja.
Si no os apetece reconducir el rumbo de la Historia de la Literatura Universal, os propongo que, al menos, concertemos esa cena para celebrar nuestro decenio en común.
Lots of Love.
martes, 29 de septiembre de 2009
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