Muchas veces, comentamos así indiferentemente lo mal que está el mundo. Estamos tan acostumbrados... Creemos que no se puede hacer nada. Vivimos con el convencimiento de la inutilidad. Qué le vamos a hacer. Echamos un rato, despotricamos a quien haga falta, luego nos quejamos de todo un poco. Lo curioso es la expresión que más tarde usaremos para referirnos a la plática: nada, hemos estado arreglando el mundo. Tiene gracia, me gusta, se supone que es por el sarcasmo tan grande.
Si pudiésemos sustraernos del mundo, verlo desde un ángulo elevado, veríamos que está todo sembrado de mierda. Bueno, todo todo no, pero casi. Lo digo simbólica y literalmente. Y sí, ya sé, no estoy descubriendo nada, pero todo hay que decirlo. Allá por donde mires, a no ser que sigas durmiendo el sueño pegajoso que nos vendieron. Lo bueno de la mierda es que también tiene un potencial infinito...
Es por esto que yo quiero jugar un juego. Un juego así, sin pretensiones, como los juegos auténticos. Pequeños aleteos cerebrales en medio de mareas informativas y entretenimientos malignos. Leves luciérnagas, frágiles mariposas.
La Madre Naturaleza sabe mucho de estas cosas. La manera que tiene de crear y reproducirse es desaforada. Como suele decirse con otro sarcasmo de los buenos, no tiene conocimiento. Diminutas semillas que se expanden por tierra, mar y aire, en cantidades ingentes... y así no falla. ¿Os habéis fijado? Qué lista.
Y esas semillas, ¿qué me decís de las semillas? ¿No os parecen algo formidable? ¿De verdad que no? ¿De mil formas, tamaños, texturas, olores y colores, capaces de convertir la tierra, el sol, el agua y el aire en infinitas formas, tamaños, texturas, olores y colores... capaces de generar miles de millones en su vida de nuevas semillas en un ciclo de expansión, de crecimiento, belleza sin término, en constante evolución y perfección? ¿Quién o qué programó semejante maravilla?
Desde luego, no ha sido la misma inteligencia que ha minado nuestro mundo de semillas de odio. Y sí, aunque aceptamos que todo lo malo existe, que también forma parte del todo, que sin positivo y negativo no habría corriente, es hora de lanzar nuevas semillas, semillas que expresen nuevas posibilidades. Ya tenemos el contraste suficiente.
Propongo el juego de la semilla. Crear semillas textuales con graciosas, inauditas y mágicas situaciones para nuestro desfasado mundo de dolor y miedo. Ya basta. Elegantes y coloridas mariposas que muevan las alas del pensamiento para desafiar todo lo establecido y hacer saltar por los aires lágrimas y risas de despropósitos. Seremos todo lo anti-realistas que podamos: el apagón analógico, el fin de la guerra, el fin del dinero, el fin de la mentira...
Llenemos el mundo de estas nuevas semillas de amor. Diseminemos su fuerza y su creacción. Abrámonos a todos los potenciales. Seamos libres de crear nuestras propias semillas o dar continuación a las que se estén expandiendo... Seamos valientes y felices con el mundo. Qué ganas tengo de ver cómo me continúan La parábola de los borregos.
ALEH
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