El sueño de los corazones no se sabe dónde comenzó. No se sabe en realidad quién o quiénes lo originaron. Se cree que estuvo por mucho tiempo dormido en las profundidades de cada uno. Estuvo tanto tiempo enterrado que las generaciones de humanos tendieron a olvidarse, desaprendieron el cómo y el porqué. Acostumbrados a la violencia y el miedo, adoctrinados para la venganza, los corazones simplemente ignoraron lo que eran capaces de hacer. La férrea dictadura mental que nos esclavizaba meticulosamente se encargaba de culpar y chantajear a los corazones. Casi nadie sabía escapar porque casi nadie se creía prisionero de la cárcel invisible de números y leyes. Mientras tanto, los pobres corazones doloridos marchitaban de angustia y pena.
Un buen día fue que los corazones empezaron a despertar su sueño por el mundo. Despertaron indiscriminadamente entre niños y mayores, mujeres y hombres, pobres y ricos. El sueño difería poco de unas latitudes a otras, de unos idiomas a otros. En todos, el soñador tenía un sueño en el que soñaba que despertaba y luego salía de su casa. La calle estaba en una PAZ absoluta. No había nadie, ni dentro ni fuera de los edificios. En la puerta de su casa, siempre de manera que lo viera y de forma inequívoca, había dibujado un gran CORAZÓN con dos mensajes muy claros dentro: GRACIAS, TEQUIERO. El sorprendido protagonista comenzaba entonces a caminar en silencio por las calles y contemplaba atónito cómo por todas partes había CORAZONES de todos los tamaños y colores con los mismos mensajes que el suyo, GRACIAS, TEQUIERO. Por todas partes.
Durante la vigilia, muchos soñadores, al cruzar sus miradas, podían leer en los ojos del otro los mismos mensajes que en los corazones del sueño. La gente hablaba del sueño como algo inusualmente apacible, se sonreía. Un sentimiento de paz empezó a apoderarse de quienes sabían que su sueño era compartido por otros. Y fue entonces cuando aprendieron a soñar juntos en el sueño. Se crearon grupos de soñadores que eventualmente recorrían escenarios oníricos plasmando CORAZONES GRACIAS, TEQUIERO allí donde creían necesario y hermoso. No tardaron mucho en encontrarse con soñadores de otros escenarios. Tejían como redes sus sueños. Abarcaron toda la Tierra. En los ríos y océanos, los corazones se unían unos con otros formando infinitas líneas por debajo del agua.
Esta generación de corazones en el sueño produjo que, de manera espontánea, muchos despertaran en el sueño porque algún familiar o amigo les plasmaba un CORAZÓN GRACIAS, TEQUIERO en la puerta de su casa para soñarlo. Muy raro era aquél que lo rechazaba. Con el tiempo, y paralelamente a la aparente normalidad de la vigilia, se concretó lanzar CORAZONES a TODOS los que pública o encubiertamente estaban dirigiendo los destinos del mundo. Los corazones de estos estaban endurecidos con gravísimas cortezas callosas de indiferencia, absolutamente insensibles al dolor que provocaban. Muchos días y muchas noches pasaban sin que se despertara el más mínimo atisbo de AMOR en sus corazones asfixiados. Era normal que acudiera en estos casos muchísima gente a lanzar CORAZONES a la puerta de su casa, generaciones que habían sufrido las consecuencias de sus actos o que estaban allí en nombre de los que ya no estaban. Finalmente, el protagonista del sueño despertaba. Su casa estaba vacía. Hasta él, llegaba un rumor de gente por las ventanas abiertas. Su corazón se aceleraba. Salía lentamente a la puerta de la calle, y encontraba una multitud ante él que en ese mismo momento callaba.
-¿Qué hacéis aquí? ¿A qué habéis venido? -preguntaba alzando la voz a la masa.
Entonces todos señalaban a su pecho, que lo tenía abierto y sangrante.
-Estamos aquí porque te Perdonamos -indicaba una voz femenina.
-¿Perdonarme? ¿Por qué? ¿Qué me está pasando?
-Has decidido abrir tu corazón -contestaba un niño.
Al mirarse al pecho, veía su corazón como una roca sangrando y abriéndose.
-Has cargado demasiado sobre tus espaldas, pero te Perdonamos.
-Todos te Perdonamos, ¡date la vuelta!
Perplejo por lo que estaba pasando, el protagonista se giraba y contemplaba los cientos y miles de CORAZONES GRACIAS, TEQUIERO que había plasmados en su casa y sus posesiones.
-¿Qué significa todo esto? -gritaba entonces.
-Son los corazones de todos los que sufrieron tus consecuencias.
-¿Y por qué me dan las gracias, por qué me quieren?
-Te Perdonamos, te damos las Gracias y te Queremos por todo lo que vas a sentir Ahora.
-¿Y qué voy a sentir Ahora? -preguntaba desconcertado.
Y en ese mismo momento, solía abrirse su corazón por completo, caía en pedazos la cáscara resquebrajada, y en sus pálpitos afloraba todo el dolor que había provocado en todos y cada uno de los corazones en una suma incalculable de años, llantos y gemidos. Ríos de lágrimas y catárticos lamentos seguían después en un trance agónico casi sin término. Pero la multitud entera lo abrazaba. Poco a poco y sabiéndose querido, sentía de nuevo los impulsos de los latidos libres de corazas. Y finalmente, el Corazón Nuevo como un niño, curado ya de sus mortales llagas, se llenaba con el gozo de las GRACIAS y con la PAZ del AMOR restablecido en un sobresalto que lo despertaba.
ALEH